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lunes, 18 de julio de 2011

Despedida en ruedas


Hace unos días fui a la despedida de soltero de uno de mis mejores amigos; nada "típico" como ir a un antro o esos absurdos de pretender que es la última vez que quien se casa se puede permitir algo que en el matrimonio ya no es bien visto porque al final igual lo siguen haciendo ¿para qué se casan entonces esos hombres?, en fin, tampoco voy polemizar con quienes si practiquen esas despedidas, sólo comparto la manera en que estos buenos amigos y yo pensamos las cosas.

La reunión, en casa de otro buen amigo, a unos diez kms de la mía, así que decidí ir en bici a pesar de la lluvia y de la hora en que iría y de la hora en que me regresaría. La gran sorpresa que me llevé al llegar fue encontrarme con que en la casa del anfitrión había un pequeño estacionamiento de bicicletas, donde muy amablemente me dejaron estacionar la mía. No esperaba menos del anfitrión quien también se mueve mucho en bici por esta ciudad mounstruo. Una ventaja es que ya en la madrugada, cuando uno regresa a casa de una reunión en bici, no hay alcoholímetro que te moleste ni carros enfurecidos por llegar a tiempo a ninguna parte en un tráfico imposible, así que la rodada nocturna siempre es agradable, relajante y permite conocer otra faceta de la ciudad; eso sí, es importante -como todo ciclista sabe- llevar suficientes luces delante y detrás de la bici y ropa reflejante.

¡Felicidades al novio!