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miércoles, 7 de abril de 2010

Sierra Madre Oriental


Reseña y Video

En esta ocasión BICItamos la Sierra Madre Oriental por iniciativa de Xtremo Norte. El plan original consistía en cruzar de Sta. Ma. Temazcalapa, Hidalgo a Tuxpan, Veracruz, pasando por el estado de Puebla; habíamos previsto tres días para este recorrido.

Salimos el miércoles 31 de marzo a las 10 de la noche para llegar pasadas las tres de la mañana a Sta. Ma, donde nos esperaban ya los familiares de Esaul. Dormimos cerca de 40 minutos antes de que nos despertaran los gallos, si ustedes han tenido una experiencia similiar sabrán perfecto por qué se dice "llevar gallo" cuando se va con los mariachis a despertar a la novia. Así que dormimos muy poco y mal, pero a las 8:00 am estábamos ya desayunando con frescos alimentos que nos dieron pila para todo el día; a pesar de la fatigosa pedaleada de todo el día a nadie nos dio hambre hasta que cenamos.

Abandonamos Sta. Ma. por un sendero ascendente que sirvió muy bien para calentar motores, o sea, huesos y músculos. El ritmo fue constante, los cuatro avanzamos al mismo paso y sin mayor demora de nada.






Al llegar a la primer cima disfrutamos de un paisaje que muestra la inmensidad de la naturaleza, luego vino la primer bajada que de vereda en vereda nos condujo hasta el pueblo de San Isidro donde de pronto nos vimos en medio de la plaza del pueblo con más de cuarenta ojos fijados en nosotros y nuestras bicis, los rostros eran poco amigables y desconfiados, más bien amenazantes, así que salimos de inmediato de ahí por donde habíamos llegado pues el camino terminaba en ese lugar y la única vereda que salía del pueblo conducía al río y ahí se clavaba. Un señor de una camioneta nos ayudó a orientarnos y nos advirtió de lugares por donde sería mejor que no pasaramos o lo hicieramos a toda prisa y sin detenernos, ya que la gente de esos lugares se han distinguido en la zona por ser agresivos con los fuereños, especialmente con los chilangos y andar armados con pistolas y machetes; esuchamos varias historias de personas diferentes que coincidían en este punto. Obviamente no pasamos por ahí.




Vino después un ascenso que cuando concluyó puso a nuestros pies valles, montes, montañas, caseríos, un río e inmensas paredes; todo esto contorneado por una serpiente sepia que señalaba el sinuoso camino que nos había llevado hasta allá rodeando los montes.




Al continuar forzamos al máximo nuestro empeño pues "escalábamos" el ascenso más tortuoso y prolongado, casi tres horas de pura subida con un sol que parecía el mismo Tonatiuh poniéndonos a prueba para ver si éramos dignos de seguirle en el ascenso.


El cansancio era ya insoportable, el agua faltaba y ni hablar del desgaste; al llegar a la primer sombra que encontré me tiré a descansar, me siguió Xavoc y luego Oscar, al final llegó Esaul y fue él quien se dió cuenta que nos quedamos peligrosamente dormidos atravesados en plena terracería con todo y bicis. Los jornaleros comenzaban a pasar de regreso a sus casas; estábamos en la parte más alta del trayecto, en la Virgen de las trincheras. Al checar los mapas y el GPS nos dimos cuenta de que no habíamos avanzado más que la décima parte del recorrido total que pretendíamos, por lo que era lógico pensar que no terminaríamos el recorrido en sólo tres días. Decidimos abortar la misión y regresar con la poca luz que nos quedaba para reabastecer agua y encontrar un lugar donde acampar.


Al llegar a Los Angeles encontramos una tiendita y ahí conseguimos por fin agua -ya nadie traía nada- y un montón de niños que se acercaban a vernos a nosotros y a nuestras bicis, fuimos la sensación del pueblo.





Justo antes de entrar al Lindero, nos tumbamos en la hierba ante una noche esplendorodsamente estrellada y clara, de tal forma que no sólo vimos algunas constelaciones, como Orión y las Osas, sino que además logramos presenciar una estrella fugaz y hasta satélites que rondan el vecindario. Una vez que entramos al pueblo de El Lindero, preguntamos a un señor dónde era seguro acampar, el sueño, el cansancio y el hambre no nos hubieran permitido rodar un kilómetro más. Don Severiano nos dijo entonces que tenía un cuartito disponible y que podíamos quedarnos ahí si queríamos, así que ni siquiera tuvimos que montar la tienda, con las bolsas de dormir fue suficiente. Preparamos algo de comer y a dormir a pierna suelta.

Por la mañana el vecino de Don Severiano, Don Luis, nos invitó un café de la región y pan de pueblo, ¡mmm!



Bien repuestos seguimos rumbo a Sta, Ma, Temazcalapa, no sin antes hacer dos paradas, la primera en un verdadero oasis donde nos refrescamos, bueno, casi congelamos al meternos al agua que sale de las montañas, y la segunda en una cascada donde aprovechamos para descansar y comer. Algunas personas que se encontarban ya ahí nos convidaron de su comida, y bueno, estos perros montañeses hambrientos no declinaron tan culinaria y amable oferta, así que le entramos a la tinga, el pan, tortillas, tostadas, etc, etc, etc, que estas personas nos regalaron.

Es de llamar la atención que tanto en los diferentes pueblos donde paramos, como en la cascada, encontramos gente que ya sabía a dónde íbamos, cuando habíamos pasado y cuántos éramos -¿tendrán palomas mensajeras?-

Finalmente llegamos a Sta. Ma. y por fin descansamos un poco. Al siguiente día el tío de Esaul nos llevó a conocer la gruta en su camioneta, aunque Esaul decidió rodar, y tanto rodó que subió hasta la mismísima gruta con todo y su bici, y eso que el ascenso tiene mayor inclinación y resulta más pesado que el Tepozteco que se queda fresa. Esaul aprovechó para ¡rodar en la gruta un poco! y luego descender por esos sendero imposibles; créanme que el lema de "Porque hacemos camino al rodar" de los Bicitantes y el de "Porque rodando hacemos camino" de Xtremo Norte, no son sólo un lema, son una orgullosa realidad.







Video:


Cycling the Sierra Madre Oriental, México. from E G S on Vimeo.

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