Buscar este blog

miércoles, 16 de marzo de 2011

La bici ante los desastres, una solución sencilla y efectiva.


Las calles están destruidas y hay obstáculos por doquier, no hay combustible en las gasolineras -tampoco hay ya gasolineras- es necesario transportarse y tampoco hay luz eléctrica que permita la locomoción por medios eléctricos (tranvías, autos eléctricos, metro, etc.), en el medio del panorama aparece un hombre pedaleando su bicicleta mientras habla por teléfono. La bici le permite sortear los obstáculos en el asfalto y trasladarse mucho más rápido que a pie.


Tener una bici a mano en un evento como el que literalmente sacudió a Japón apenas, se convierte en una gran ventaja para contactar y reunirse con los familiares, para llevar víveres y para establecer comincación ahí donde ya no es posible por otra vía.

La bicicleta es un invento sencillo que desde que apareció ha tenido muy pocas modificaciones y que en lo esencial se mantiene exactamente igual que al inicio. La locomoción mecánica por medio del movimiento de las piernas de un sujeto tiene el enorme valor de no depender del petróleo, de
la electricidad ni de ninguna otra fuente que no sea la de la propia energía del cuerpo, es entonces desde luego un buen signo de salud.

Pero ¿qué relación más puede haber entre un desastre natural con las bicicletas? y la respuesta inmediata que se me ocurre es que ambos cuestionan la pretendida evolución del ser humano sobre las bases de la tecnología; es decir, la invención de las máquinas y el lugar que han tomado por encima del propio ser humano, son puestos en jaque mate por la naturaleza. Bastó un breve carraspeo de las placas tectónicas de sólo unos minutos para que colapsara el sistema: se detuvo toda la actividad industrial y económica, se cayeron edificios que tardaron años en construirse, el mar inundó poblados enteros, murieron -hasta el momento- más de 10, 000 personas, y el ícono del avance científico y tecnológico en la historia de la humanidad ha sido deshabilitado: la producción "controlada" de energía nuclear. Lo que muestra que lo controlado nunca es en realidad controlado, es puro imaginario, creen que lo controlan, pero bastan unos minutos de un evento natural para echarlo todo abajo.

Las calles del mundo entero están llenas de máquinas que no sólo atentan contra la vida de a quienes deberían de servir, sino que es un hecho que matan a miles de personas en el mundo cada año: los autos. Los autos son la presentación más fiel de la producción en masa del capitalismo y la industria que ha desplazado a las personas a segundo o tercer lugar con respecto de las máquinas. Porque en las armadoras los robots han sustituido a miles de trabajadores (mayor desempleo) y en la calle la gente tiene que correr para salvar la vida al pasar de un lado a otro de la calle y a veces algunos no lo logran; pero se ve de lo más normal: las personas tienen que correr de las máquinas para no morir aplastadas por ellas; lo terrible es que esas máquinas son conducidas por otras personas, que por lo demás, tampoco dentro están a salvo de las mismas; basta ver cuánta gente ha muerto atrapada entre los fierros de esas máquinas cuando chocan con otras porque cada uno quiso pasar primero.

La bici de-muestra que las máquinas están al servicio de las personas y no al revés, porque al final, la bici es también una maquinaria, pero una maquinaria amigable y ecológica, no necesita de la industria ni le importa la imagen de clase social que promueven los medios donde el que tiene el carro de la mejor marca vale más que otro, cuando en mi experiencia, la mejor marca de auto se corresponde con mayor ignorancia y peor calidad en la persona que lo conduce (en general). Quienes ignoran más los señalamientos de tránsito y más agresivos se muestran con el peatón, el ciclista, el motocilista y el otro automovilista, y que manejan más estúpidamente son quienes andan enlatados en la lata de mejor marca; gordos la mayoría de ellos por cierto.

Llama la atención que en Japón hubo tiendas que agotaron las bicis
que tenían ante la demanda de una bici para trasladarse, y eso que en Japón la mayoría de la gente tiene bici. La foto de la derecha muestra una de esas tiendas.

Lo terrible es que se tenga que pasar por algo así de extremo para que la gente piense en alternativas, como la posibilidad de emplear otros medios de locomoción y de energía: tenemos al sol, tenemos al aire, tenemos al agua... pero no, vamos a la energía nuclear; como me decía una amiga hoy, "es como si se fuera la luz en mi casa y tuviera mis velas, pero prefiriera prenderle fuego a la sala para alumbrar y acabarme los muebles de mi casa antes que usar la velas, que para eso están".



No hay comentarios: