Había recibdo la invitación de Gibrán para ir a la Casa del Lago en Chapultepéc este sábado 9 de abril a la presentación de Tango, donde además de los balilarines habría también músicos, cantantes, comida, alfajores, mate, etc. No lo pensé nada, llegaría después de mis actividades en el Colegio de Psicoanálisis Lacaniano.
La idea era ir en bici por supuesto, en sábado trasladarse desde Coyoacán a Chapultepéc en auto es una imprudencia, el tráfico es insoportable -al menos para mi- y no ayuda en nada para llegar relajado y con la pila cargada a disfrutar de la música, el baile y la comida.
Así que agarré a la alemana y me lancé por Insurgentes hasta la Condesa, donde se disfruta ya de otras condiciones para rodar. Siempre me da gusto ver que cada vez hay más gente que se traslada en bici y hace sus cosas en bici, como ir al banco por ejemplo.
Al atravesar La Condesa también me resultó muy agradable ver que los diferentes servicios de los negocios emplean cada vez más las bicis. En lugar de recibir una pizza chafa de influencia gringa transportada en motos que igual contaminan con ruido y smog y que van conducidas por suicidas, se puede recibir otra que venga en amigables pedales.
Cuando llegué a La Casa del Lago vi de inmediato que había otras personas que habían venido en bici, me llamó la atención una linda bicicleta que estaba amarrada a un árbol justo a la entrada, después me enteraría que la dueña era una amiga mía.
Me encontré finalmente con Gibrán y Diana que venían de La Roma -por supuesto, también en bici- y disfrutamos del baile, la música, la carne, el choripan, las empanadas, los alfajores, del clima y de la vista que ofrece el paisaje ahí.
Cuando ya todo había terminado y nos disponíamos a marcharnos se acercó una chava a saludarme y después de unos segundos de reconocimiento mutuo, me di cuenta que era Andrea, una amiga que además resultó ser la dueña de la bici que vi al llegar.
Luego de una breve charla salimos rodando de Chapultepéc.
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